Lluís Rigalt fue, con el litógrafo Francesc Xavier Parcerisa, el principal paisajista romántico catalán. El suyo no fue un romanticismo exaltado, rotundo, sino reposado. Sintonizando con el ambiente nacionalista desvelado en el mundo occidental por el movimiento romántico, redescubría el paisaje y los monumentos de su país, mientras otros intelectuales redescubrían su historia y sus leyendas. Este redescubrimiento se producía día a día, año a año, a través de sus incansables excursiones por toda Cataluña, llevando siempre consigo un bloc de dibujo entre –por lo menos– 1841 y 1884. En alguna ocasión se adentró por Francia: llegó hasta Provenza en 1850 y, en 1857, pasando por Lyon, hasta París, donde Antoni Ollé Pinell detecta una cierta influencia de la Escuela de Barbizon sobre su estilo que, pese a ello, no varió demasiado a lo largo de su dilatada vida artística.

La importancia que el paisajismo empezó a adquirir en la Cataluña del primer cuarto del siglo XIX se demuestra con la creación en 1824, por parte de la Escuela de Nobles Artes que la Junta de Comercio mantenía en Barcelona, de una cátedra de esta especialidad que fue encomendada al ecléctico neoclásico Pau Rigalt, que asumió en cierta manera la tradición rococó, así como la del paisajismo italiano originada por Salvator Rosa. Su hijo, Lluís Rigalt Farriols, asumiría eventualmente esta cátedra en 1840 y definitivamente en 1845 a la muerte de su padre.

De 1848 a 1858 participó anualmente en las exposiciones de pintura que la Asociación de Amigos de las Bellas Artes organizaba en las galerías del convento barcelonés de Sant Joan de Jerusalem. Se dedicó también a la decoración, en el palacio real nuevo de Barcelona (1845) y en la catedral (a raíz de los funerales del general Castaños en 1852 y de Martínez de la Rosa en 1862), e incluso es posible que realizase esporádicamente algún proyecto arquitectónico. Fue académico de Bellas Artes desde la misma creación, en 1850, de la Academia de San Jordi de Barcelona, y entre 1877 y 1887 fue director de la Escuela Oficial de Bellas Artes de esta ciudad –la Llotja–, en la que se había formado.

Paisaje con ruinas es uno de los más importantes lienzos conocidos de la primera etapa de Rigalt. En él se aprecia aún un fuerte apego a la tradición paisajista clasicista italianizante: la tradición de los pintores «de ruinas» grecorromanas que tuvo en Giovanni Paolo Pannini (1691-1764) a un modelo seguido por muchos –como Michele Marieschi, Piranesi o Hubert Robert ya en pleno siglo XVIII–, pero que se podría remontar a Claudio de Lorena y aun apurando, a renacentistas como Bellini y Mantegna. [Francesc Fontbona]