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José Gutiérrez Solana (Madrid, 1886-1945)

El viejo armador

hacia 1925

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre lienzo, 141 x 116 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado en el ángulo inferior izquierdo “J. Solana”

Solana pinta una serie de obras de personajes solitarios, rodeados de objetos que por sí mismos les identifican. Los retrata en su propio mundo, en composiciones conceptualmente semejantes pero individualizadas a través del relato de sus pertenencias, como sucede en El viejo armador. Este recurso permite que estos personajes nos hablen de su vida y dejan así de ser anónimos, ausentes. 

En El viejo armador, personifica a un anciano armador que conoció, al final de sus días en los muelles de Santander, quien pasaba las mañanas deambulando entre los barcos, recordando y añorando su vida pasada y al que pinta con toda su gallardía, con su vieja botella de ron jamaicano y la de ginebra holandesa, en una estancia llena de carácter, con un fanal en cuyo interior reposa un barco de vela, un barómetro y un cuadro del viejo muelle de Santander, con la catedral al fondo, en cuya torre un reloj marca las horas. 

La figura del anciano es tratada con mucho respeto en sus trabajos literarios, con claras alusiones a su estado físico, a su dependencia y actividad, haciendo hincapié incluso en las vestimentas. En este caso, la admiración se percibe en la fortaleza que infunde al personaje, que a decir del pintor era “un sabio, que se murió […] todos los que yo pinto se mueren […] solo los retratos no se mueren nunca. 

Cuando Solana realiza esta obra utiliza una paleta de tonos verdes y ocres, sirviéndose del negro para centrar la composición y de la luz como un elemento compositivo más.

María José Salazar