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Luis de Morales (Badajoz, hacia 1509-1586)

Ecce Homo

Hacia 1565

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre tabla, 23 × 15 cm

Luis de Morales es uno de los pintores más destacados y personales del siglo XVI español. No se conocen datos precisos sobre su formación, que Palomino situó en Sevilla aunque en la actualidad se suele relacionar con los ambientes artísticos portugueses o el círculo castellano. A través de este pudo conocer la pintura italiana de la época, de la que procede la elegancia ideal de sus modelos y el uso de un suave sfumato, así como el arte flamenco, del que depende su minuciosa técnica y su interés por la expresividad. Su actividad se centró en tierras extremeñas, donde llevó a cabo desde la década de los años treinta una notable labor como pintor de retablos e imágenes de devoción, creando un importante taller en el que colaboraron algunos de sus hijos, también pintores.

La representación del Ecce Homo es una de las más frecuentes y personales dentro de su producción, cuyo repertorio temático no fue muy variado pero sí extraordinariamente eficaz en su voluntad de crear imágenes de piadoso fervor. En ellas el artista logró plasmar la expresión del misticismo español de la época y su acierto propició la existencia de numerosos ejemplos de taller y de imitadores, que devaluaron la calidad de su aportación y perjudicaron su estimación posterior.

En la obra de la Colección Banco Santander, Jesús, coronado de espinas, cruza sus brazos delante del pecho con las manos atadas con una gruesa soga, que también aparece anudada alrededor del cuello, y no lleva el manto púrpura que suele cubrir sus hombros en otros ejemplos de la Ostentatio Christi ni sostiene entre sus manos la caña del ludibrio, lo que fue criticado por Francisco Pacheco en su Arte de la pintura. El modelo, que presenta un suave sfumato de origen leonardesco es, según E. du Gué Trapier, de procedencia lombarda, relacionado con el arte de Gian Petrino. Su rostro expresa serena resignación y la mirada es sumisa, pero tiene los ojos más abiertos que en otros ejemplos, siguiendo una tipología más cercana a las imágenes del nazareno. El artista acentúa el carácter dramático de la representación recortando la figura sobre un oscuro fondo, en el que prescinde de toda connotación espacial. Con ello sigue la doctrina del Concilio de Trento que exigía decoro en las representaciones religiosas y desechar en ellas todo lo ajeno a la espiritualidad de la obra. No pretende narrar un momento preciso de la Pasión de Cristo, sino pintar una figura desamparada que incite a la meditación, una imagen más mental que real, convirtiéndose así en un vehículo para la oración. Esta concepción pictórica es consecuencia de la espiritualidad de la época y de pensamientos religiosos como el de fray Luis de Granada (1504-1588) quien, en sus preceptos de meditación emocional, reitera la necesidad de una imagen mental que, sin duda, podría apoyarse en obras como esta. También responde a la ideología trentina, cuyo sentimiento pasionista debió de aprender de san Juan de Ribera, de quien fue pintor de cámara cuando este ocupó la sede episcopal de Badajoz entre 1562 y 1568.

Esta tabla responde al estilo más característico de Morales, formado en el conocimiento de modelos italianos que interpreta con sensibilidad y técnica flamencas y con un patetismo propio de la tradición tardogótica. La elegancia formal y la ejecución, delicada y precisa, enriquecida por tenues y sutiles veladuras, son también características propias de la plenitud de su arte. Entre los ejemplos conservados, los más cercanos a esta imagen son el Ecce Homo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) y el de la Hispanic Society de Nueva York, aunque en ambos casos se trata de composiciones con varias figuras. Esta relación y las propias cualidades estilísticas de la pintura permiten situar la fecha de su ejecución en la última etapa de la producción del artista. Quizá formaba pareja con la representación de una Mater Dolorosa, a manera de díptico, como el que se conserva de su mano en el Museo de Bellas Artes de Málaga. Este tipo de obras, destinadas a la íntima piedad, fueron muy frecuentes en la época. [Trinidad de Antonio]