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Pablo Ruiz Picasso (Málaga, 1881 – Mougins, Francia, 1973)

Busto de caballero III

1967

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre lienzo, 73 × 60 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado en la zona inferior izquierda: «Picasso» Inscripción al dorso: «9.6.67-III»

El 25 de octubre de 1966, Picasso cumplió 85 años. A pesar de su edad, la producción de los años anteriores e incluso de los siguientes fue abundante. Después del Guernica (1937), firmó y dató con gran frecuencia sus obras por el reverso del lienzo, incluyendo el día o los días y el mes en que las había hecho. Es muy común que las pinturas se realicen en un solo día, como sucede con esta del 9 de junio de 1967, y también que tengan una sola figura y no siempre entera. Sin embargo, las variantes en forma y color son continuas y muestran la inagotable inventiva del malagueño. Además de numerosas imágenes femeninas, que remiten muchas veces a su mujer Jacqueline Roque, y del recurrente asunto del pintor y su modelo, los bustos viriles de reminiscencias históricas del siglo XVII son protagonistas constantes.

Esta figura, que Zervos cataloga como mosquetero, responde por sus características a este último tipo, si bien carece del sombrero en forma de ocho o madeja que suele acompañarlas. La melena partida en el centro que cae hasta los hombros, los mostachos ondulados y la perilla, así como la forma del escote y los adornos circulares del traje, definen al hombre como un personaje del siglo XVII.

A diferencia de lo que es su procedimiento ordinario, con gruesos trazos negros que delimitan las formas y las zonas de color, aquí simplemente mancha con pinceladas amplias y singulares, de las que con dificultad se llega a contar un centenar, volviendo a un modo que usaba desde hacía un decenio. Su certera intuición y la dilatada experiencia le permiten un trabajo rápido y sin rectificaciones. Desde el punto de vista del lenguaje cubista que ha dominado la producción de Picasso desde el inicio del segundo decenio del siglo XX –con tantos matices como se quiera–, el busto que comentamos es bastante naturalista. Habrá que destacar, sin embargo, la manera de representar los ojos no solo por los dos elementos tonales –verde y negro– sino, sobre todo, por la diferente forma y disposición de cada uno de ellos. Menos resaltable es la pincelada horizontal de la boca y las dos manchas que sirven para situar los orificios de la nariz. Ahora bien, el trazo que cruza la cara con amplitud en la frente y zigzagueante hasta la boca es también consecuencia, aunque subordinada, de su doble visión frontal-lateral de un rostro a lo cubista. No es extraña la manera con que resuelve la cabellera por el lado derecho, tan diferente del modo en que lo hace en el opuesto.

En este mismo año empleó varias veces la gama de colores que aquí se observa, aunque en distinta proporción y emplazamiento. Además del negro para cejas, ojos, nariz y pelo y en algunos detalles del traje, el azul suave un poco gris, el verde oscuro pero no sombrío y un rosa que tiende a liliáceo configuran una obra de paleta bien complementada que pierde violencia y energía gracias a las zonas blancas. [José Manuel Cruz Valdovinos]