César Manrique (Lanzarote, 1920–1992)
Bajo jable
1977
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Técnica mixta sobre lienzo, 131 × 162 cm
OTRA INFORMACIÓN
Firmado en el ángulo inferior derecho: «Manrique / 77» Inscripción en al dorso: «Bajo jable / 162 × 131»
César Manrique es, en muchos sentidos, uno de los artistas españoles más originales del siglo XX. Aunque tradicionalmente ha sido considerado un artista informalista –a pesar de que el grueso de su obra matérica se produce con retraso respecto al informalismo europeo o al expresionismo abstracto americano–, estudios recientes han ampliado la perspectiva crítica para analizar su obra desde posiciones situadas entre el informalismo, el pop y el arte povera. También podría analizarse desde otros puntos de vista. No sabemos si durante el tiempo pasado en Estados Unidos entre 1965 y 1968 llegó a tener noticia de alguna de las propuestas artísticas designadas con la etiqueta de land-art, uno de cuyos objetivos es llegar a una nueva sintonía entre arte y naturaleza. Lo cierto es que ya desde 1966, de un modo algo diferente, ese será también uno de los objetivos fundamentales no solo de su obra plástica, sino también de su trayectoria vital: las dos últimas décadas de la obra de Manrique se centrarían en la isla de Lanzarote, a la que regresa definitivamente en 1968. A partir de entonces su esfuerzo se dirige, tanto o más que a la pintura y a la escultura, a la conservación de sus parques naturales y sus pueblos frente a la agresión del turismo, o a la reconversión de algunos de sus lugares más emblemáticos en espacios pensados, paradójicamente, para atraer a determinados visitantes. La transformación de la isla de Lanzarote en un lugar diferente, y en cierto modo ideal, se convertiría en la obra fundamental de su vida. Y en muchos casos, como en el de Bajo jable, cuando durante las últimas décadas de su vida Manrique realiza una pintura, lo hace evocando las texturas propias de la lava entendida como la encarnación material (y espiritual) de la isla. «Yo trato de ser como la mano libre que forma la geología», diría Manrique.
Las cualidades táctiles de la obra de Manrique y su especial tratamiento tridimensional de la materia, muy visibles en Bajo jable, conectan a este artista no solo con la piel de su isla, sino también con la obra de otros artistas de su propia generación igualmente difíciles de reducir al informalismo en el sentido más estricto. Podrían recordarse los nombres de Lucio Muñoz o de los también canarios Martín Chirino y Manuel Millares, algunos de cuyos motivos recuerdan también el peso de la arqueología, la paleontología y la orografía en la sensibilidad artística de los pintores y escultores de su generación. En el caso de Manrique, ambas realidades –la presencia emocional y física de la isla de Lanzarote y la sintonía con la sensibilidad artística de su tiempo– son inseparables. [María Dolores Jiménez Blanco]