Agustín Esteve (Valencia, 1753-1820)
Retrato de caballero
hacia 1805
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 70 × 54 cm
OTRA INFORMACIÓN
Firma apócrifa en la zona inferior izquierda, en el libro: «F. Goya / 1786» Inscripción en el lomo del libro: «BOERA / HAVE»
Retrato de un caballero de unos 40 años representado de busto largo, casi de medio cuerpo, ante un fondo neutro. Está sentado ante una mesa, sobre la que apoya un libro que sujeta con la mano derecha, en cuyo lomo se puede leer «BOERA / HAVE», identificable sin ninguna duda con alguna de las obras publicadas por el famoso médico, humanista y botánico holandés Herman Boerhaave o Boerhave (1668-1738), alguna de cuyas especialidades esté relacionada probablemente con la profesión o aficiones del retratado, o bien con las ediciones en España de las obras de este científico.
Reforzada su antigua atribución a Goya por la firma claramente apócrifa añadida en la cubierta del libro, sobre una zona de visibles repintes para intentar fusionar su apariencia intencionadamente confusa con la pintura original, el cuadro es, sin embargo, obra absolutamente característica e inequívoca de los pinceles del artista valenciano Agustín Esteve, quien trabajó bajo la estela del maestro de Fuendetodos como repetidor de sus retratos de encargo más oficiales, pero que sin embargo desarrolló una muy notable carrera personal como fecundo retratista. En efecto, Esteve mostró siempre una especial sensibilidad e indiscutibles facultades para este género, que fue depurando a lo largo de los años, si bien su figura, como la de tantos otros pintores contemporáneos, sigue ensombrecida hasta nuestros días por la obra de Goya y está, por tanto, pendiente todavía de una revisión en profundidad, lo que ha favorecido en muchas ocasiones la voluntaria confusión de la autoría de sus cuadros con el artista aragonés, circunstancia de la que este lienzo es palpable ejemplo.
Aunque visiblemente desgastada su superficie, el retrato presenta sin embargo todos los rasgos más personales del estilo de Esteve en la primera década del nuevo siglo, a la que se ajusta por lo demás la moda que presenta el modelo, con levita de cuello alto y corbata blanca. En efecto, en los retratos de esta época del maestro valenciano son muy característicos rasgos como la misma postura del personaje, sentado casi de perfil pero girado su tronco hacia el frente para mirar al espectador, con la cabeza ligeramente echada hacia atrás, en una sutil rigidez estática apreciable en muchos de sus retratos de este formato y, sobre todo, una especial delicadeza técnica en la suavidad de la pincelada, perceptible sobre todo en zonas como el modelado de la mano, la sutil sombra de barba en el rostro del caballero o en la suave gradación de su cabellera cenicienta. Así, todo el retrato está resuelto con una serena contención, ajena a cualquier tipo de accesorio decorativo, y con una ajustada sobriedad masculina, en la que reside buena parte de su atractivo, subrayada por el fondo neutro ante el que posa el caballero y por su gesto serio pero amable. [José Luis Díez]