Adam Pynacker (Scheidam, Holanda, hacia 1620 – Ámsterdam, hacia 1673)
Paisaje con pastores
Hacia 1660
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 220 × 159 cm
OTRA INFORMACIÓN
Firmado en el ángulo inferior derecho: «APÿnacker» («AP» en monograma)
La pintura de los Países Bajos durante el siglo xvii transcurrió en un ambiente competitivo, con un nivel muy alto de producción, y con un grado también muy elevado de calidad media. Uno de los géneros que más éxito de mercado tuvo fue el del paisaje. Numerosos pintores buscaron hacerse un hueco en el mercado especializándose en diferentes tipos de vistas. Una de las más solicitadas fueron los paisajes llamados «italianizantes». Esta obra, y su autor, Adam Pynacker, son un maravilloso ejemplo de esta especialidad. Sus cuadros se encuentran entre los paisajes holandeses más delicados y evocadores del siglo XVII.
Pynacker nació en la ciudad portuaria de Scheidam y, según Houbraken en su libro De groote schouburgh (1718-1721), pasó tres años en Italia entre 1645 y 1648, aunque no existe documentación que permita confirmar esta noticia. Desarrolló la mayor parte de su carrera en Ámsterdam.
Las primeras pinturas que se conocen de Pynacker datan de 1650. En ellas ya se observa la influencia de Jan Both y otros artistas de la primera generación de pintores holandeses que se especializaron en pintar vistas iluminadas por una intensa luz de inspiración italiana. Es característico de Pynacker la combinación de vistas distantes con primeros planos en los que detalles como los troncos de los árboles están pintados con gran precisión. Como sucede en este cuadro, árboles entrelazados se suelen situar en el primer plano, empujando los fondos montañosos hacia la distancia. Como también ocurre aquí, es frecuente en sus obras maduras, desde finales de la década de 1650 aproximadamente, el contraste entre un primer plano oscuro y una intensa luz dorada que baña el fondo del paisaje. Los pastores que vemos en primer plano y entre los árboles añaden un toque pintoresco a la escena.
Los paisajes de Pynacker servían a la élite holandesa para imaginar la campiña italiana. Lo importante en estas escenas era su capacidad para evocar en la mente de sus espectadores la idea de Italia, muy cargada de asociaciones tanto de buen clima como de naturaleza accidentada e inmensa y de pasado histórico.
No se conoce la historia antigua del cuadro, que se documenta por primera vez en 1948 en el mercado del arte en Londres1. Está pintado sobre un lienzo realizado con tejido de espiga y fue restaurado en 2014 por María Antonia López de Asiain. [Alejandro Vergara]