Francisco Bores (Madrid, 1898 – París, 1972)
Fleurs des champs [Flores silvestres]
1961
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 73 × 92 cm
OTRA INFORMACIÓN
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Bores 61» Inscripción al dorso: «Fleurs des champs»
Francisco Bores se forma en su Madrid natal, en el estudio de Cecilio Pla, donde conocerá, entre otros, a Pancho Cossío. Ambos habían de reencontrarse en París a finales de la década de 1920, donde Bores y su colega cántabro se convertirán en los referentes más destacados de esa corriente española de figuración lírica que el crítico de ascendencia griega E. Tériade defenderá con vehemencia, desde las páginas de la revista Cahiers d’Art, como vía de superación a la anquilosada decadencia decorativa del legado cubista. El propio Bores –que era, de ambos pintores, el de más sólida capacidad teórica– definiría años más tarde esa apuesta por «un nuevo fauvismo» en estos términos: «Procedo como si fuera a hacer una pintura abstracta que metamorfoseo en un momento dado para introducir en ella unas alusiones a lo real. No procedo de la realidad a la abstracción, sino que, por el contrario, los elementos pictóricos de mis composiciones, volúmenes, manchas, etc., se transforman en cabezas, frutas…».
Con el paso de las décadas, el trabajo creativo de Bores se mantendría esencialmente fiel a esa lírica primacía del impulso plástico que, aún así, no renegaba de su condición evocadora del mundo objetivo, aun cuando esta fuera acentuando, en las épocas de madurez, un carácter cada vez más evanescente. Bodegones y escenas de interior son, en todo caso, los temas distintivos en la pintura del Bores de plenitud, motivos que se corresponden en definitiva, respectivamente, con las dos telas de la Colección Banco Santander, la segunda de las cuales, Femme cuisinant [Mujer guisando], fue pintada apenas un año antes del fallecimiento del pintor madrileño.
Ambas obras, en todo caso, pertenecen a una fase bien avanzada de esa manera blanca que se atribuye a la evolución de la sintaxis pictórica del artista en la segunda mitad del pasado siglo. Para Bores, esa blanca manera responde a un deseo de mayor claridad que se corresponde con un acentuado descarnamiento de la figura, a una suerte de vía hacia la abstracción por medios puramente figurativos. Algo que tanto en el caso de Fleurs des champs [Flores silvestres] como en el Femme cuisinant [Mujer guisando] se hace plenamente patente. Pues los tallos y botones de las flores o el cuenco sobre la mesa, como el cuerpo de la mujer trajinando junto al quinqué, son apenas fantasmales rastros en la pura epifanía de la transparencia efusiva del color. Un camino que, a decir de Bores, venía al final de su vida a cerrar el círculo de toda su búsqueda, pues afirmaba: «He vuelto a mi primera tentativa de realizar una síntesis plástica de lo verdadero». [Fernando Huici March]