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José Gutiérrez Solana (Madrid, 1886-1945)

Carnaval en un pueblo (Máscaras de pueblo)

hacia 1933-1937

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre lienzo, 67 × 61 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado en el ángulo inferior derecho: «J. Solana»

Los carnavales de pueblo que pinta Solana presentan un aspecto muy diferente de los que se desarrollan en la ciudad, a los que sin duda quieren emular. Sus personajes son reales, deformados simplemente por el uso de la máscara. Con rudos atuendos y caretas elementales, aparecen como figuras grotescas de una fiesta cualquiera, frente a la variada presencia de los ricos atuendos y las formidables máscaras en la ciudad.

Se evaden, al igual que en la urbe, de su pobre existencia, buscando ser diferentes, aunque sea tan solo por unas horas, refugiándose en el anonimato de las caretas que ocultan el rostro, pero también el pensamiento, lo que les otorga licencia para la libertad o el libertinaje.

La estética del carnaval urbano es violenta, frente a la tranquila y popular del campo. Solana representa a la gente de las aldeas con vestimentas humildes, simplicidad en las caretas y en los instrumentos, panderetas y guitarras, con los que animan la fiesta. Sin embargo, plasma en la escena alegría, movimiento, vida, ausentes en los carnavales de la ciudad.

El pintor gustaba recorrer los pueblos de España, tomando notas y observando conductas que luego traslada a sus escritos y a su pintura. Y sin duda fueron más de su agrado las fiestas de las aldeas, por su sinceridad y por su verismo. Hombre apegado a la realidad, nos muestra lo que ha visto en un determinado momento sin prejuicios ni opiniones.

Carnaval en un pueblo es una composición sencilla con tres escenas: la gente del pueblo, la aldea y el paisaje que cierra la composición. Utiliza colores puros, especialmente el blanco, consiguiendo así viveza y luminosidad en los personajes,

que se recortan sabiamente sobre el verde de la pradera y sobre el fondo de las casas de elemental arquitectura en piedra. Una vez más el pintor muestra su grandeza cromática con este juego de armonías.

Desconocemos el momento en que fue realizada esta obra, pero los colores empleados, la factura y el modo de trabajar, nos inducen a pensar que fue pintada en los años 30 siendo de su total agrado, motivo por el que la envía a París para formar parte del pabellón de España en la “Exposition Internationale des Arts et Techniques”, mostrándose junto a La Montserrat de Julio González, El Segador de Joan Miró y El Guernica, de Picasso.

María José Salazar