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Hernando Viñes (París, 1904-1993)

Bodegón

Hacia 1943-1945

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre lienzo, 38 × 46 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado en el ángulo inferior izquierdo: «H. Viñes».

Hernando Viñes fue protagonista de uno de los documentos fotográficos más célebres del Madrid vanguardista en la antesala de la Guerra Civil, que da testimonio del banquete de homenaje al pintor celebrado en el Hostal Cervantes en mayo de 1936, y que contó con la asistencia, entre otros muchos, de Luis y Alfonso Buñuel, Lorca, Alberti, Neruda, Miguel Hernández, el escultor Alberto y José Caballero. Sobrino del célebre pianista Ricardo Viñes, era el único integrante de la llamada Segunda Escuela Española de París que había nacido en la capital francesa. Por consejo de Picasso, se formó primero en la Academia de Arte Sacro de Maurice Denis y más tarde con André Lhote y Severini. En 1923, en colaboración con su colega y amigo, el jienense Manuel Ángeles Ortiz, realizaría los decorados y figurines para el montaje de El retablo de maese Pedro de Falla, que el propio compositor dirigió en el palacio de la princesa de Polignac. Y, ante todo, junto con Bores y Cossío, sería luego uno de los protagonistas clave de la figuración lírica defendidos por Zervos y Tériade desde las páginas de Cahiers d’Art.

En el libro de testimonios sobre los artistas españoles de la Escuela de París que Mercedes Guillén, compañera de Baltasar Lobo, publicó en 1960, la autora recoge la siguiente declaración del pintor: «… cuando empiezo a pintar algo, casi siempre es un tema poético, así como una predisposición íntima. Pero con la pintura no se debe hacer literatura. Los medios de expresión deben ser estrictamente pictóricos. En una baigneuse de Cézanne o en un Corot hay poesía pero es pintura; la poesía existe únicamente a través de la pintura y por ella misma».

En esa senda poética de pintura pura, que en la lógica del devenir avanzado hacia una vía personal devanada desde lo acuñado en la aventura coral de la figuración lírica – destilada, en definitiva, a partir de una síntesis entre el legado estructural del canon cubista y la aspiración por lo que Bores denominó «un nuevo fauvismo»– la apuesta de Viñes parece revisitar, en torno al segundo tercio de la década de 1940, el paradigma de Matisse y su ideal ornamental. Justo a esa fase específica del hacer de Viñes se asocia la tela que motiva este comentario.

Todo en este grácil Bodegón, datado entre 1943 y 1945, responde a esa clave, en la aromática pulsión del color, en el moteado que esboza los estampados de fondo, en la grácil curva que traza la revista desplegada sobre la mesa, en el escueto contorno de los frutos o en la armónica torsión que eleva el vaso de flores, todo en definitiva, en esta poética composición, bien que llevado –como siempre en su caso– sin servidumbre a un terreno de propia intimidad, celebra se diría el gozo más puro del canon matissiano. [Fernando Huici March]