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Juan de Valdés Leal (Sevilla, 1622-1690)

La imposición del nombre de Jesús

Hacia 1680

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre lienzo, 105 × 76 cm

Juan de Valdés Leal es una de las personalidades más fuertes del Barroco andaluz y fue uno de los artistas más prolíficos y versátiles de la época, desarrollando una actividad que no olvidó el dibujo, la estampa calcográfica, la pintura al fresco, la pintura de imaginería y la escenografía, ya que fue el encargado de la preparación de las arquitecturas efímeras para la catedral de Sevilla con motivo de la canonización de san Fernando. Representante, en cierto sentido, de la corriente del pleno Barroco andaluz contraria a Murillo, fue sin embargo injustamente tratado por la historiografía decimonónica al ser considerado como un pintor de temas truculentos y macabros, algo que por fortuna, y tras los estudios de Enrique Valdivieso, está completamente desterrado.

Formado probablemente en un principio en la monumentalidad de los tipos de Herrera el Viejo, sobre todo fue decisivo su aprendizaje de los modelos del pintor cordobés Antonio del Castillo, tal y como se manifiesta en sus primeras obras pintadas para las clarisas de Carmona –dos de ellas conservadas en el Ayuntamiento de Sevilla–, dedicadas a la historia de santa Clara. Crucial fue, igual que le ocurrió a Murillo, el influjo del Barroco neoveneciano traído por Herrera el Mozo, lo que literalmente cambió el rumbo de su pintura, así como su estancia en Madrid, donde se familiarizó con lo realizado por Rizi y Carreño, cuya huella se percibe sin dificultad en su pintura hasta el punto de confundirse en alguna ocasión. Esta concomitancia y comunidad en los usos propios de las formas del pleno Barroco hacen que, por encima de los focos pictóricos, se impongan los estilos y el uso de unas fuentes comunes que son las responsables de esta identidad estilística.

La imposición del nombre de Jesús tiene clara vinculación con los jesuitas por la iconografía que representa y es indudable la influencia de la obra La circuncisión de Cristo que Juan de Roelas realizó para la parte central del retablo mayor de la iglesia de la Anunciación de Sevilla, que fue casa profesa. Valdés Leal, sin embargo, eliminó las figuras de san Ignacio de Loyola y san Ignacio de Antioquía que Roelas incluyó en la parte inferior y en su lugar representó dos ángeles, uno de espaldas y arrodillado y otro de pie, portando una bandeja y las ropas así como los elementos necesarios para la circuncisión de Cristo. Como recomendaba Pacheco en su Arte de la Pintura para esta iconografía, no introdujo a más personajes y concentró la atención en el asunto principal: «[…la Virgen] se fue a purificar al templo de Jerusalén y ella misma circuncidó al Niño Jesús por su mano y le puso el nombre en el mismo lugar, no habiendo más testigos que su esposo José y los ángeles del cielo. Que la Virgen hiciese este oficio es opinión constante de muchos santos y autores y la que pretendo seguir, la cual he oído predicar a muchos varones doctos y entre ellos al padre Juan de Pineda en la casa profesa». Todos estos elementos nos conducen a pensar que esta pintura estuviera destinada a algún jesuita o relacionada incluso con la casa profesa de Sevilla.

En esta obra Valdés Leal expresa su particular dibujo suelto y vibrante, fruto de su personalidad artística dinámica y movida, que lo distingue radicalmente de sus contemporáneos, y emplea una coloración dorada y rica en carmines y oscuros muy característica de su repertorio final. Gran protagonismo tiene el rompimiento de gloria, lo que le da un aspecto monumental y, una vez más, comparado con la solución de Roelas, nos resalta lo importante que fue el Barroco triunfal en el último tercio del siglo XVII. [Benito Navarrete]