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Nicanor Piñole (Gijón, Asturias, 1878–1978)

La fuente

1925

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre lienzo, 165 × 207 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado en el ángulo inferior derecho: «N. Piñole»

Nicanor Piñole, pintor profundamente apegado a su tierra y a su familia, se instaló en su ciudad natal tras haberse formado en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid y en Roma. Instalado en Gijón contribuyó, desde la primera década del siglo, a la superación de la estética naturalista. La intimidad que la vida familiar le ofrecía le llevó a pintar en numerosas ocasiones a sus parientes y amigos, como María Teresa González del Valle, a quien retrató hacia 1900 con delicada sobriedad en una efigie que se ha identificado a veces con la de su prima, Josefa Prendes Rodríguez. Sin embargo, puede compararse e identificar sus rasgos con otro retrato de busto que pintó en 1899 (Oviedo, colección particular). Por otra parte, Pepita Prendes, mucho más joven, era entonces niña, como aparece en otra pintura de la Colección Banco Santander realizada hacia 1903. Hija de Manuel Prendes y Manuela Rodríguez, tíos del artista y muy próximos a él, fue la prima predilecta de Piñole y la retrató en numerosas ocasiones. La obra es muestra de un momento de gran interés en la pintura del artista, pues en ella aprovechó un lienzo en el que había pintado un moro, a la usanza de otros pintores en Roma de la generación naturalista, y que aún resulta muy visible al fondo, para abordar con franca modernidad la figura de su prima a través de sintéticos planos y de un color muy sobrio de blancos sobre rojo.

Piñole concurrió a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y, durante sus estancias en Madrid, frecuentó a los pintores que acudían a las tertulias del Nuevo Café de Levante, núcleo de renovación pictórica. Con motivo de una de ellas abordó Vaqueros en la plaza de Cibeles, paisaje urbano madrileño en el que no dejó de introducir su particular interés por los aspectos rurales a través de las carretas tiradas por bueyes que ocupan el primer plano en la calle de Alcalá, paralelamente a los jardines del palacio de Buenavista. Esta visión casi provinciana de la villa muestra cómo su interés no está, como ocurría ya en otros artistas, en las transformaciones que procuraba el nuevo tránsito rodado de tranvías y automóviles visibles al fondo. El artista se sirvió para la composición de una acuarela con temple, que mucho después regaló a Enrique Lafuente Ferrari.

La fuente es uno de los grandes cuadros de composición, muy monumental, que cultivó el artista y fue enviado a la Exposición Nacional de 1926. Es una exaltación de la vida rural asturiana ambientada en la fuente de Falmuria, estudiada en no menos de dieciocho dibujos conservados en el Museo Piñole de Gijón. También fueron frecuentes las obras ambientadas en su Gijón natal, donde el artista recreó de un modo muy personal las escenas playeras y portuarias. El apartamiento del naturalismo a favor de una expresividad suavemente melancólica, en tonos lavados y en dominantes ocres, caracteriza su producción de madurez, según muestran Las niñas del puerto, para el que existe un boceto al óleo sobre tabla (colección particular, Gijón), así como un dibujo (Museo Nicanor Piñole, Gijón).

Finalmente, Muñecos en el puerto muestra la capacidad de Piñole como dibujante experto en el manejo de la aguada. Ambientado con un fondo del muelle de Gijón, es uno de los estudios que realizó entre 1929 y 1935 utilizando dos muñecos de madera que le trajeron de Alemania, en los que el artista reflejó la ambigüedad inerte de las figuras. [Javier Barón Thaidigsmann]